En Mateo 16:6, Jesús advierte a sus discípulos: "Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos". Más tarde, en el versículo 12, Mateo interpreta estas palabras diciendo que dicha levadura se refería a "la doctrina de los fariseos y los saduceos".
Efectivamente, los fariseos y saduceos eran líderes religiosos; pero también eran maestros. Como tales, ellos ejercían una influencia muy poderosa sobre los demás. La educación debe reconocer el papel de los profesores y la influencia que ellos tienen sobre los estudiantes. Y esto es aplicable a todo tipo de educación, cristiana y secular.
La levadura o influencia de un maestro se echa de ver en varios campos. Por ejemplo, su actitud hacia la vida. Los fariseos eran conocidos por su gran egolatría. Tenemos el caso de aquel fariseo que oraba así: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, ni aún como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano" (Lucas 18:11, 12). Cuando un individuo se siente así de grande, dueño del mundo, pronto llegará al punto en que repudiará a los demás. En el caso de los fariseos, hubo un momento en que no pudieron tolerar más y tuvieron que matar a Jesús. Sus ideas y convicciones no aceptaban sacrificio alguno, lo cual es muy peligroso.
A más de sus actitudes, un maestro también tiene creencias que compartir con sus estudiantes. Algunas veces, esas creencias están equivocadas. Los fariseos y saduceos tenían las suyas. Recordemos cuando le plantearon a Jesús la trampa de la resurrección. A una mujer se le había muerto el marido, y todos los hermanos que la tuvieron por esposa también murieron. Al final, en el cielo, ¿de quién será esposa? Jesús les dijo: "Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios" (Mateo 22:29). La base para la sana doctrina es la Palabra de Dios, y cuando las Escrituras son ignoradas, el error no se hace esperar.
Los creyentes cristianos deben seleccionar una escuela pensando más bien en los profesores que en las instalaciones. La escuela puede tener un aspecto bello, pero si la influencia que ejercerán esos maestros no afirmará las convicciones cristianas de los estudiantes, el riesgo es muy alto. A la vez, aunque la escuela sea sencilla, pero si los profesores aman a Dios, la formación será recta y la fidelidad de los niños y niñas está más afirmada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario